En la habitación solitaria la luz en fuga de la tarde sombría entra tímidamente por la ventana. Los movimientos de los niños que juegan llegan en silencio, a espaldas sólo de la débil claridad. Parecen más lentos, sin el sonido de la alegría...
-No jodas, pibe. Estás triste. Anda y date una vuelta a ver si te despejas.
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