Los mediocres obtienen victorias mínimas, con lo cual ya han obtenido su cielo en el día. ¿Quién no es mediocre un millón de veces al cabo del tiempo?
La primera impresión decide, en el amor y en la vida. ¿Por qué perder el tiempo en pavadas? Será que la razón no decide, ni provisional ni categóricamente, acerca de lo que puede y lo que no. No se vence a sí misma, ya que el mundo es un rival demasiado poderoso y con él no podría; no se muestra constante en sus afectos o en su frialdad; no se adecua a las mores del país o los caprichos de los genes, que son como la mano de Dios. Parva razón, insatisfecha con el cuadro de sí misma.
No se debe tener fe (incondicional) en cosa alguna. Tampoco en la comunicación electrónica (que es la ilusión de que al otro lado del teléfono hay una presencia), pero no porque la falta de rostro visible dé pie a la falsedad de lo escrito, sino más bien por lo contrario: porque surja la verdad completa -la verdad en la medida de humano posible, claro- y eso no sirve para nada.
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