I.
El anonimato en la difusión de la escritura electrónica permite romper con la tradicional separación entre el argumento público y el insulto privado: la tolerancia expresa la forma de la argumentación respetuosa. El ocultamiento facilita una indeseable confusión de cuerpos y mentes, capaz de llegar a la violencia.
II.
La interacción democrática con el comentarista (la posibilidad abierta que tiene de entrar en un debate) no carga a éste con la responsabilidad de contestar con razones y sólo con razones.
III.
La decisión privada continúa siendo el único fundamento de seriedad de las expresiones: tanto para el autor primero como para los autores segundos, aquél que tiene algo que decir y aquéllos que tienen algo que decirle.
IV.
Existe la tentación de envolverse en la máscara y llevar la argumentación a un estadio vegetativo, silvestre: lo mismo en la escritura electrónica que en la escritura autobiográfica.
V.
Se elige, por pura voluntad, entre opinión pública y carnaval.
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