Von Neumann nunca dominó por completo el automóvil y se lo podía ver a menudo acelerando por las calles de Princeton en primera, con el motor revolucionado al máximo. Una vez que había acelerado, conducía por el centro de la calle a demasiada velocidad y esquivando el trágico intrépidamente. (B. J. Copeland, Alan Turing..., Turner, p. 44)
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