Tras la ruina de la empresa esas colmenas se dispersaron, cambiando de mano varias veces, y cualquiera sabe por qué avatares pasaron hasta llegar al campo de rodaje de Víctor Erice, que se sirvió de aquellas “sanas” cuando filmó El espíritu de la colmena”. (J. A. Ramírez, La metáfora de la colmena. De Gaudí a Le Corbusier, Madrid, Siruela, 1998, p. 17)Las autobiografías intelectuales, como la situada en el pórtico del libro que cito, sirven a la reconstrucción de los posibles narrativos, a la idea de un relato que finja de modo verosímil, re-creándolo, un tiempo histórico determinado...
Blogger me avisa de que las leyes europeas, Dios las bendiga, me obligan a que avise a mis improbables visitantes y/o lectores de que mi blog usa cookies, pero a mí su aviso, incompetencia mía, seguro, no se me pone en la cabecera
11 de diciembre de 2013
De autoficción e historia
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