27 de diciembre de 2013

La gata sobre el tejado

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Aura de las primeras fotografías. Una calidad que proyectamos nosotros, quizás de manera no del todo indebida, o sea de una manera relativamente correcta, imaginando que en la intención de los primeros fotógrafos, como en esta muestra de fotografía estereoscopia de paisajes urbanos españoles realizada por pioneros franceses en el XIX,  que yo he visto esta tarde, se encuentra una intención más que firma de realizar aquello que los pintores no pueden: reproducir la realidad. Copiar la verdad del mundo. La pintura realista, como la novela, sabemos que son coetáneas de la invención de la fotografía... Pero la pintura y el arte literario emprenden un vuelo libre, muy pronto, contra la confusión del arte con el objetivismo del objetivo, del pincel con la cámara. Para nosotros queda la inocente presunción, que nosotros les achacamos, de querer mostrar el mundo con su propia faz. Lo olvidamos, cada una de las veces que dilapidamos el gesto de los primeros fotógrafos, con un simple clic de turista

 Hay sucesos tan horribles que imaginarlos solo destruye el alma. Mejor los alejamos del pensamiento y carpe diem.

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