Su núcleo duro residía (y sigue residiendo) en el dominio monopolístico (y cada vez más orwelliano) del sistema televisivo, en la red de leyes ad personam que le han garantizado impunidad judicial (a pesar de que en los tribunales haya sido declarado culpable de los hechos imputados por lo menos una decena de veces), en la maraña de poderes subversivos, criminales, corruptos (secciones de los servicios secretos, jueces venales, ejecutivos de grandes grupos paraestatales con gigantescos intereses en el petróleo y en el armamento, círculos mafiosos, déspotas de países extranjeros...) con quienes siempre ha amasado su propio poder patrimonial y político, construyendo un auténtico Estado paralelo privado. (Paolo Flores d´Arcais, en El país)
¿Una receta válida?:
El gobierno Monti deberá ser valorado pues por tres factores: la equidad (o el clasismo) al afrontar la crisis económico-financiera, el restablecimiento de la legalidad y la destotalitarización del sistema televisivo. (Ibíd.)
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