22 de noviembre de 2011

Platonismos (lo mejor de cada casa)

En 1991 el ministro esloveno del Interior era Igor Bavcar. Antiguo izquierdista radical, traductor de textos de Antonio Negri y de las Brigadas Rojas (sic), convertido en responsable de la policía del nuevo Estado, fue, junto con el ministro de Defensa (ex pacifista a su vez), el diseñador de las operaciones militares, propagandísticas y diplomáticas (si no va todo a uno y lo mismo) en el proceso de segregación de Eslovenia, de acuerdo con el croata Tujman y con el visto bueno, parece, del serbio Milosevic. La primera hazaña de la guerra de Eslovenia fue el derribo de un helicóptero del Ejército Federal yugoslavo sobre las calles de Ljubliana. Europa acabó bendiciendo el parto. (Vid. F. Veiga, La trampa balcánica)

Años 90. Infamias al lado de tu casa. ¿Se pagan después? ¿Hay una crisis de identidad antes de la crisis económica? ¿La superestructura es lo realmente determinante?... 

Yo no creo en el pecado original, pero sí en algo que se le asemeja: tanto falangista en blue transformado en demócrata, cumpliendo un rol histórico, es verdad, y que encima se le tiene que agradecer. Porque realmente se le tiene que agradecer. Los hombres cambian. Los Estados igualmente. Platón pretendía un sujeto político capaz de estabilizar definitivamente la polis en virtud de su saber superior. Sin embargo, paradoja, en la misma inestabilidad de políticas y sociedades, parasita, y no encuentra hábitat mejor, el héroe político (pasado por el agua de marxes y lenines).

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