O también: cómo hemos cambiado!
En ese magnífico catálogo de las maneras sentimentales de la postguerra que es Usos amorosos de la postguerra española, de C. Martín Gaite, viene esta respuesta de una "consejera" (p. 176):
Procura, sin que «se te vea la antena», dejarle caer la sugerencia de que te escriba. Pretextos no han de faltarle. Si él vive en un pueblo, interésate por su agricultura, sus conejos o la marcha de las inundaciones.
Si una amiga me preguntara por estas cuestiones, a mí, que he devenido en rústico, fueraparte de dudar resueltamente de su salud mental, le diría por email que yo qué sé, que yo trabajo en un instituto.
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