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8 de junio de 2013
Platonismos
Por razones que, la verdad, no vienen a cuento, y que en realidad deben ser bastante inconfesables, me encuentro obligado a realizar un ejercicio bastante escolar acerca del mito de la caverna del filósofo Platón. Estoy postergando la tarea desde hace días, como en general ocurre con todo, empezando por salir al mundo y a la luz. Enfrentado a la disposición de los elementos de la narración platónica, pienso que debo leerla e interpretarla con honradez e ingenuidad, en lo que me alcanza a mi edad. Reiterar el mito en rito, y a fuerza de repetirme lograr extraerá sustancia poética de unas palabras para nada gastadas, con independencia de lo que dicten los gobiernos. Que un joven ya no se vea obligado a conocer la condición natural de la humanidad no dice nada acerca de la obligación por parte de los componentes de la sociedad civil de operar en sentido contrario al de los gobiernos, si es preciso. A causa del mismo sesgo que han tomado los estados. Estos se conciben a sí mismos, y nos lo dicen, como instrumentos de las leyes naturales de la sociedad. Al hacerlo así, aquella mínima forma y vida liberal que poseían sus acciones revierte justo en lo contrario, y de una manera absurda el reglamento temporal del individuo elegido en sufragios y plebiscitos se convierte en ley cuasi divina, amenazante...
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