15 de junio de 2013

Citas

Del libro de E. Morin debo copiar un párrafo que a muchos nos resultara hiriente, doloroso. Rúbrica de pérdidas.

He aquí una parte:
...queda todavía una pequeña cosa en carne viva, bajo la cicatriz calcárea, una huella del desastre espantoso, puesto que -lo recuerdo en el momento en que escribí estas líneas- un día, en el hospital Mount Sinaí, en el seno de esa dulce regresión infantilizante de la enfermedad pensé en ella y lloré como hace treinta años... (P. 164, en nota al pie; los puntos suspensivos del final son del autor.)
Edgar Morin se refiere a la madre muerta, hace treinta y cinco años. Es preceptivo que se te forme un nudo en la garganta, y no pasa nada. El libro de Morin resulta espeso en ocasiones, pues no pretende ser un dietario puro y tiene mucho de conatos o tentativas ensayísticos de un pensador que estaba dándole forma a su obra de madurez. Eso queda para los especialistas. Pero está lo otro. Los padres, y Mount Sinaí. Recuerdo el libro de J. L. Sampedro sobre el hospital. Y vuelvo a Mann, a Bernhard y a Bufalino. A la miserable piedad que le hace sentir culpable a alguien no religioso como yo. También el magnífico libro de John Berger sobre el médico inglés. O sea, vuelvo a mí y a los textos, de lo que no me distingo desde hace años, y no quiero ni pensar en que esto de la piedad sea algo animal, que lo suscite hasta una carroña.

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