Si el alma fuera la única cosa existente en el mundo,
esto es, si los argumentos de la mente
solo de su presencia se hubieran convencido,
y no conociéramos ninguna otra sustancia,
entonces sí que sabríamos el absurdo
de albergar en nuestro corazón
una concepción de lo perfecto
y que esta fuera perfectamente inútil...
Y así, entre el primer y tercer argumento cartesiano, DM, IV, entre la Idea de Dios y la necesidad conceptual de su existencia, está mostrado el doble sinsentido de creer que algo tan grande es nuestro, hablo de Dios o su nombre, y que no diera fruto. Sucedo, creo yo, que no rinden los capitales que hacemos depender de nosotros, y que si algo ganamos es por hacerlo venir de fuera. Y así de la ontoteología negativa emana la riqueza de nuestra esperanza. O quizás esté tratando yo de economía.
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