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1 de junio de 2013
Vera, jun. 2013
(A la manera de Pessoa y Pavese, modelos en un cierto modo) Sentado, mirando a la terraza del exterior. Día de mercado, luminoso. Pienso que somos como los argumentos de una función cuyo valor obtenido, la resultante, está por determinar. Sujetos frente años. Mi lugar en el interior del local puede ser desempeñado por cualquier otro. Cualquier x puede estar sentado o sentada en esta mesa. Mirando a través de la ventana abierta. Sueñan pájaros, fulge dulce o suavemente el sol. En las mesas de la terraza hay parejas y besos, hombres rubicundos que parecen rumiar solos, y niños que revolotean. Un perrito intentaba zafarse de la correa y jugar libre. Mi pequeño cínico. Dentro y a mi derecha un hombre ya mayor atiende a la tarea de beber su cerveza, como yo. Un poco más allá, en la barra, el dueño conversa, y mientras escribimos, la camarera, una muchacha jovencita, mira. Pero yo conozco que somos los argumentos altamente improbables de una función, también ella, como en un escenario que ya nos encontramos dispuesto cuando tenemos que actuar.
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