En el último cap. de la autobiografía entrevistada de R. P. Feynman (¿Estad usted de broma, Sr. Feynman?), Premio Nobel de Física en 1965, en el epígrafe final titulado "Adorar a los avions", adaptación de la lección inaugural que el Dr. Feynman dio en Caltech en el curso 75/76, encuentro algunos párrafos estupendos acerca de los vicios de metodología en las ciencias sociales. En particular, parece más que afortunada y adecuada la metáfora del "culto cargo-ciencia"...
Feynman se mueve, creo entender, en el seno de un concepto popperiano de la ciencia, crítico y falibilista, con el principio de la honestidad intelectual en el valor de las pruebas, tanto a favor como en contra, a la hora de contrastar hipótesis, teorías, modelos...
El concepto de motivación, que implica trasladar hechos desde la esfera de la heteronomía (somático, social, histórica) hasta la libertad (responsabilidad, culpa de otro) es particularmente perverso en este orden de cosas y discursos. Pero señalar la creencia de una capacidad motivadora debe poseer para un espíritu crítico la misma idoneidad ontoepistemológica que sostener (véase Austin Powers) que "he perdido mi mojo". Una nada envuelta en palabras vanas...
Entiendo que el racionalismo crítico popperiano supone una renovación adecuada al momento histórico-científico del criticismo kantiano. Y que el sapere aude contiene, entre otros elementos, la obligación generalizada de revisar el conocimiento que Descartes promulgó como cuarta de sus reglas metódicas...
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