La vida consiste en aventura, pero el significado –si lo
hubiere- arraiga en los accidentes, en los síncopes del tiempo. Quiero decir que el sujeto puede disponer el texto como si ahí estuviera el plan de vida, un poco al modo de quien se sitúa en un habitáculo transparente como objeto puro de las miradas ajenas. Eso es el Diario: un cristal y un sujeto textual que dispone y está dispuesto, fingiendo que las líneas levantan una pared que deja ser visto pero que protege el espacio propio. Escribir no excluye la privacidad, escribir se hace para defenderla.
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