Puesto que considero que he madurado, paciente y masivo
lector, he decidido echar gato. Una cachorrita monina y zalamera, en líneas
generales. Y es que aunque el gato personalmente yo creo que me tiene en
estima, no en vano le doy de comer, y juega conmigo, maullándome amistosamente,
no dejándome un momento de respiro, la verdad también es que el gato me ataca.
Parece que jugando, pero me atraca. A traición. Clavándome las uñas. Yo no sé
cómo acabará esto.
1 comentario:
Tenga en cuenta, amado maestro, que el gato tiene que aprender a usar las uñas. Si se fija, su pequeña cachorrilla todavía no ha desarrollado el mecanismo retráctil de la uña. Cuando lo haga, de dará con la pata y dejará las uñas escondidas. Paciencia, que el camino para domar al gato es largo y duro, como las barras de pan que se dejan de un día para otro. Pero, al final, es muy satisfactorio.
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