Será porque cualquier hecho obedece a razones... No sé por qué, pero esta tarde, sentado en el bar mientras hacía tiempo, me he acordado de este hombre deshauciado, a quien conocí a finales de los noventa, y que cuando le faltaba muy poco para morir pidió a su mujer que le leyera un libro sobre los mayas (?), cuya cultura no conocía. De estas acciones heroicas somos desconocedores los vivos. Lo mismo te acuerdas de la gente de tu pueblo... Me viene a la memoria la chica fallecida de una enfermedad fulminante. Hoy he visto a su marido en el mismo bar. Casualidades, o que lo que pasa es que tiene su porqué. Yo leía mi libro y la cabeza asoció el resto. Lo visto, lo acordado. También los textos que la dictadura de Onganía, 1966, prohibió: Neruda, Salinger, Gorki, Pinter. (Informa Manguel.)
Pero qué frágil es la existencia del hombre. Sostenida en una red tendida sobre el abismo. ¿Quién sostiene la red, papá? Yo no sé quién nos asegura en nuestro propio salto, ni quién soñó y fabricó la arquitectura entera.
No hay comentarios:
Publicar un comentario