13 de diciembre de 2011

Platonismos

En la parábola dostoievskiana del gran inquisidor, éste mantiene el valor de la mentira con el fin de que los hombres sigan siendo felices (qué mal lo digo, par Dieu!). Y yo, que descreo de todas y cada una de las ucronotopías veo aquí, en el argumento pragmático del matadioses presoviético, como un reflejo en negativo de la misma tendencia a volcar en un futuro o en una isla las frustraciones y las ambiciones de los habitantes del presente, y descreído de la manera socialdemócrata de este mismo pensamiento de albas radiantes (pero hoy no, mañana), me confieso más que cínico o liberal, sin saber si son los mismo, y si esa idea facticia de un contrato originario de los sujetos puros no sería sino la única forma admisible de una ciudad renovada de los perros o de los cerdos.

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