Quien interpreta se delata. Una vida sana teñirá de inocencia la letra de N. Una vida enferma, de historia.
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Se acumulan los nombres, los exégetas, sobre mi mesa: Heidegger, Deleuze. Como a un mal alumno que no despega, que no acaba de saber. Siempre lo fui, un mal alumno. Díscolo, desordenado (¿podréis creerlo?), escasamente dotado para el estudio, un perla.
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El Discurso del método de Descartes ayer con El mundo. Ed. de Luis Arenas. Lo importante, las notas al final, unas treinta páginas.
La importancia de una nota al pie: un examen. Pero también: señalan que el discurso podría seguir, y que la siguiente nota al pie no figuraría escrita en el libro en ningún lado. Ni al pie, ni al final, ni en los márgenes. Sino en lo que discuten y dialogan los lectores; o mejor aún, en lo que cada uno piensa o se calla---
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