30 de abril de 2011

Cartesian@ (muy a destiempo)

Lo más nocivo de la hesitación no reside en la suspensión de derechos del mundo y sus componentes (cuerpos y sentidos, leyes y razones, realidad y dioses vigilantes). Consiste, más bien, diría yo, en la misma puesta en cuestión de las proposiciones que emiten esas incertezas acerca del mundo en general y lo que podemos esperar en él. De una tal postración resurge Descartes provisionalmente con el recurso retórico de la mathesis (Moisés señala el camino, aunque no llegue a la tierra; las mats. también).

Ahora bien, aunque la época, la suya, y la técnica, lo que vino después y realmente nos esclaviza aunque nos diga que no- aunque época y técnica se salven, de siempre, desde entonces, más clara o más oscuramente, se ha sabido por quien quisiera que el alma ya no se encuentra por ningún sitio (res cogitans, sostiene D.; ¿no sería mejor Res mathematica, en un sentido proactivo?), y hasta se ha llegado a conocer el olvido de su necesidad.

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