No puedo entender tu valoración de la crueldad, la disolución que practicas del bien en voluntad. Pocas cosas debe haber más groseras que la voluntad que no conoce límites. No se necesitaba el resentimiento del sacerdote, incapaz de ordenar sus pasiones y por ello forzado a proyectarlas como vicios condenables de los demás, no hacía falta la existencia letrada del filósofo. Bastaba con el aburrimiento de la sangre para que diera comienzo la historia de la piedad.
Nota: un documental en La 2 sobre tecnología romana: coliseos, acueductos, etc.
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