7 de abril de 2011

La falta de misericordia de los cronómetros naturales

Voy al Instituto C. C. a recoger a X. Y. Espero a que acabe la clase sentado en la escalera que sube del jol a la primera planta. Miro a mi derecha y observo a lo largo de la pared las orlas con las fotos de las distintas promociones. Las más cercanas a mí son las más cercanas en el tiempo. Así que tengo que ir al final de la pared, al fondo, a las orlas en blanco y negro. Despacio. 1984, 1983, ... Leve subida del nº de pulsaciones por minuto. Sí. Aquí! 1980. Ése. Ahí está o estoy. Yo o él. La misma cara algo alucinada o más si cabe que la de estas últimas mañanas de estos años. El nombre al pie de la imagen. Él, yo. Quien escribe y se oculta o bien se manifiesta. Los ojillos de estupefacción y un peinado a la taza arrasador.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

En mi tiempo no había orlas en el instituto.

Martín López dijo...

¿En qué tiempo?

Anónimo dijo...

Hace 12 años. En mis tiempo de instituto.

Martín López dijo...

Me temo que mi orla es un apaño con ocasión de los 50 años del IES, y quee scanearon las fotos.