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9 de octubre de 2006
Un condamné
La voz en off duplica -en el pasado- la sucesión de las imágenes del más parco blanco y negro. Un hombre se debate con su libertad pura, en el recogimiento interior del que debe nacer la acción. Ha sido puesto en situación de la peor manera: reo de muerte por sabotaje en la Francia ocupada. Sería inútil trasladar su responsabilidad al contexto socio-histórico: desde que conoce que tiene conciencia sabe que la decisión es suya, que nadie le avala ni en los motivos ni en las consecuencias. Es nada más que un homme revolté sin orden de la naturaleza ni Dios, que acompaña su proyecto de fuga -sumamente activo, no tiene claro en qué consiste- con la angustia creciente que le produce una libertad doblemente situada: en las circunstancias que la rodearon, por una parte, y en el límite temporal de sus posibilidades de elección, por otra. Al espectador no deberá parecerle extraño, por ello, que le resulte más difícil decidirse conforme se acaba el tiempo. A nosotros nos queda sorprendernos con esa reflexión entre imagen y voz que nos muestra los elementos de la narración (la búsqueda del héroe contra el destino) en el escenario más austero, el contramundo representado por una prisión.
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