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27 de octubre de 2006
Cuarta hora, heteroficciones
Hace un tiempo pude leer en un diario escolar lo siguiente, que a mí me parece que resume, en su ingenuidad, la forma de tratarnos y hasta más de una biografía: "Te plantas ahí delante, sorprendida por la pregunta (¿mirar?, ¿qué has de mirar?), y entonces te ofreces entera a los ojos: esto es lo que hay." De lo cual yo saco en claro la extrañeza de la situación y la forma en que no se resuelve, ni en ese momento ni después: puedo creer así que eso es todo. Los cuerpos se paran y hablan, dando lo que no había ni habrá, una ocurrencia chistosa, la gracia única de las líneas de un rostro. Al escuchar, a la figura y a la boca, no sería sorprendente que la respiración se cortara, sin saber qué decir cuando llega el turno de hablar. Por su parte, estos comentarios, que intentan escribir un momento de silencio en el día, podrían ser los que hace cualquier joven al respecto, y yo no pretendo más.
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