(De una conversación y de estados de ánimo) Puede haber más o menos acierto en titular Gea una obra escultórica en la que de un tronco de madera seca nace una flor pentipétala. Sobre todo si se quiere apuntar a la destrucción, en clave política. A la salvación a pesar de. El mismo escultor duda de la conveniencia del nombre, y hemos de darle la razón. A no ser que Gea sea el nombre mítico de Physis, del emerger según ley y ciclos.
En pequeño, en lo que no va más que a una nota de Diario, ocurre algo similar: de una desazón sin motivo concreto, capaz de arraigar en los huesos y doler, debe y puede surgir la palabra exacta y sencilla /que al contar o mostrar la situación se agota en ese mismo acto, que es su perfección./
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