"La obra [de Kafka] permanece inagotable y abierta en cuanto "ambigua", puesto que se ha sustituido un mundo ordenado de acuerdo con leyes universalmente reconocidas por un mundo fundado en la ambigüedad, tanto en el sentido negativo de una falta de centros de orientación, como en el sentido positivo de una continua revisión de los valores y las certezas."
Ni libertad negativa ni positiva fundan un orden viejo. O sea, que no pueden darle sangre a un muerto, a un orden zombi. La pesadilla utópica acompaña a ese mundo de sombras sin vida.
La cita "kafkiana" de Umberto Eco, en el contexto de otros ejemplos literarios de apertura hermenéutica y empleo del símbolo para comunicar "lo indefinido", en diferentes sentidos (así, Mallarmé, Brecht y Joyce sobre todo), empieza así:
Podemos pensar fácilmente en la obra de Kafka como en una obra “abierta” por excelencia: proceso, castillo, espera, condena, enfermedad, metamorfosis, tortura, no son situaciones para entenderse en su significado literal inmediato. Pero, a diferencia de las construcciones alegóricas medievales, aquí los sobreentendidos no se dan de modo unívoco, no están garantizados por ninguna enciclopedia, no reposan sobre ningún orden del mundo. Las muchas interpretaciones existencialistas, teológicas, clínicas, psicoanalíticas de los símbolos kafkianos no agotan las posibilidades de la obra... (Cito teniendo delante mi ejemplar del libro del semiólogo y narrador italiano.)
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