Günther Brus, Otto Mühl y el accionismo vienés en 1968. (C. Granés, op. cit., pp. 397 ss.)
Lo paradójico, creo yo, es que estas formas de arte inspirado y mostrando la abyección del cuerpo responden, reaccionan, a un contexto histórico que había demostrado de sobra que cualquier acción es posible. La posibilidad infinita marca los regímenes totalitarios, remember H. Arendt. En esa tesitura cabe imaginar una intención de protesta en el arte sucio, canallesco, profanador, sacrílego, etc. Aunque también puede ocurrir que lo que muestra el arte, hoy, invite a ser actualizado por gobiernos y poderes, llegado el caso. Lo irónico reside en que estas formas de arte absolutamente transgresor se dieron en la socialdemocrática Austria de los 60, todos los derechos garantizados. Ahora que los vamos olvidando, porque son demasiado caros, los cuerpos pueden sufrir de nuevo. Me lío un poco. Pero no del todo. Quédate con el par cuerpo y derecho, y cifra la libertad en su consonancia.
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