17 de julio de 2013

Lo malo de las hemerotecas es que están en la nube y cualquiera las puede hacer llorar

Hoy viene en La Voz de A. esta noticia:
En el año de 2004, recién estrenado el primer ejecutivo de Rodríguez Zapatero, uno de sus primeros actos fue la derogación del Trasvase del Ebro, cuya pretensión era aliviar la secular escasez de agua en el Levante español. Compromisos de las políticas y de las mayorías necesarias, imagino. En compensación, se puso en marcha un Plan, que con las oportunísimas siglas de A. G. U. A.,  iba a satisfacer las urgencias hídricas desde Valencia hasta Almería, mi provincia legañosa y querida, mediante la construcción de desaladoras nuevas y mejoramiento de las existentes. El lema del Ministerio de Medio Ambiente, dirigido por Cristina Narbona, que a más inri fue diputada cunera por Almería, fue absolutamente rompedor: Más agua, de más calidad, más barata. El paraíso desalado.  Si no recuerdo mal. Hoy, casi diez años después, vemos lo que hay. Promises, promises, promises. Agua escasa, de calidad infame, carísima. Tercermundismo imparable y una impresión de incuria de la administraciones de un signo y del otro. Eso sí, y una deuda con Europa que no se la salta un calé.

En el diario El mundo, hace más de un año, aparecía (entresaco de lo publicado) lo siguiente:
El plan de Narbona proyectaba la construcción de 51 instalaciones y en éste momento 17 están en explotación y 15 en construcción. Andalucía se queda apenas con una decena, todas ubicadas en la Costa del Sol y Almería, con una producción anual que ronda los 160 hectómetros cúbicos pero que llegarán a más de 240.
Arias Cañete explicaba ante los senadores que en España «se han invertido 1.664 millones de euros y, en estos momentos, precisamos de otros 762 millones de euros más, si queremos que las 32 desaladoras iniciadas estén operativas. La inversión total sería de 2.426 millones». Los resultados hasta ahora son muy escasos. Según los datos aportados por el ministro las 17 desaladoras operativas producen 111 hectómetros cúbicos de agua desalada, es decir, un 16,45 por 100 del total de los 678 hectómetros cúbicos que tenían que estar produciendo en la actualidad. 
Ante estos datos se podría pensar que la construcción de las desaladoras se suspenderá inmediatamente, sobre todo en un momento de recortes drásticos en infraestructuras. Sin embargo, se da la paradoja de que los datos del ministro de Agricultura han alertado a la Unión Europea, desde donde se recuerda que Bruselas ha destinado al proyecto de desaladoras en España 1.500 millones de euros, una cantidad que se debería devolver si no se ejecutan. 
Otra cosa es saber en qué se han empleado esos fondos que la Comisión Europea ya envió y destinó a un fin determinado. De momento, Bruselas ha tomado nota de que las desaladoras que financió están funcionado apenas al 16 por 100 de su capacidad.
El elevado coste del agua, sobre todo para el regadío, ha sido siempre el principal argumento de los detractores de las desaladoras. Según expuso el ministro Arias Cañete este coste es de 1,1 euros por metro cúbico frente a los 0,30 euros como máximo asumible. 
También en 2012, un mes antes, se encuentra una información acerca del mismo contenido, en El País... Con lo cuál yo me acabo preguntando ¿qué es una información y cuáles son sus fuentes? ¿Hay algo nuevo a día de hoy? ¿La analogía con las ayudas a los astilleros quizás?

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