Saatchi entró a la bodega donde se había montado Gambler y quedó maravillado con Mil años, una instalación de Hirst en la que cientos de moscas, atraídas por el olor de una cabeza de vaca putrefacta, morían achicharradas en una trampilla eléctrica. Sin dudarlo, compró la obra y se ofreció a financiar el siguiente proyecto de Hirst. Con aquel pacto se sellaba la unión de un genio del marketing y de un genio de la autopromoción. (C. Granés, El puño invisible, Taurus, 2011, p. 371)Vanguardia de la décadence.
Blogger me avisa de que las leyes europeas, Dios las bendiga, me obligan a que avise a mis improbables visitantes y/o lectores de que mi blog usa cookies, pero a mí su aviso, incompetencia mía, seguro, no se me pone en la cabecera
20 de julio de 2013
Avant garde
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