9 de abril de 2011

Materias del tiempo y del incremento inesperado de las temperaturas

Empezó con sorpresa,
como un día abrasador,
de los que no nos esperamos
a estas alturas,
sorprendidos,
igual que si fuéramos recientes,
y todas estas primaveras pasadas
no hubiera sucedido lo mismo.
Un día, sin aviso,
aparte de los noticieros,
el sol pica y sobra todo.

(Pienso un poco
y me extraño:
parece que con 44
recién me hubiera caído
en el mundo. Con 44 ya.)

Pasó la mañana,
se hizo la tarde
según el orden,
el sol seguía ahí arriba,
nosotros pacientes,
aguardando.

Periódicos.
Se acumulan,
nos recuerdan lo que somos,
una acumulación sin examen,
un desorden.
Dormir, levantarse,
la cabeza pesada:
efectos del calor,
del sueño atrasado.

Escriben.
Se acumula lo que escriben.
Buscamos una explicación.
No viene.
No debería extrañarme:
se gana perspectiva,
madurar es alejarse
del punto candente.
Relativo, casi todo relativo,
y en esas vamos ganando
si no viene
lo que nos mata.
Absoluto entonces,
y callamos...
Que hablen otros.

Cuentan, se explican,
se lamentan y a mí
me cuesta un trabajo ímprobo
(gracias, tópicos)
seguir el discurso,
hallar el hilo,
tejer una red,
comprenderos.

Las secciones culturales,
abomino de la cultura,
odio esos decálogos,
los cánones de órdenes infames,
sobrealimentadas,
en las que no estoy yo.
(Es broma, lo sabéis,
no quiero estar,
tampoco fui convocado.
Hago público a demanda
de mi voluntad,
de nadie más,
mis fragmentos son libres,
en la medida,
de fuego o de razón,
acordada a los hombres.)

Pasaron las horas,
y un viento dulce,
que parece que viene
de la luna tímida, creciente,
llegó para relajar la carne.
Yo estoy cansado,
no tengo explicaciones,
los niños ríen y juegan,
juegan y ríen,
ahí fuera,
a escasos metros
y muchos años de mí.

El aire,
se cuela por las rendijas
de las ventanas,
ahora que se callaron
los niños.
Ruidos, mínimos,
este torpor mío,
la lentitud de la pulsación.

Hasta los perros
ladran con pereza. 
Los años,
las estaciones,
nunca entenderé nada.
Ya ni lo busco.
El viento es dulce,
amigo de la piel,
aquí abajo,
este abril.

Pero, para mí,
las palabras
son tan distantes
como estrellas,
ahí afuera,
muy arriba.
Igual de frías,
hasta las mías,
mis palabras,
escasas.
Un leve
alentar.

3 comentarios:

Susana dijo...

Un día estupendo, hace falta que vengan más días de estos.

Susana dijo...

Tengo que ir a comprar al mercadona. Que razón que tienes. Bonita entrada. s .

Martín López dijo...

Pues muchas gracias, Susana.