Un pueblo sin mitos está en vías de despoblación. El desierto de los campos franceses es la señal abrumadora de la falta de mitología cotidiana. Una nación no puede vivir sin ídolo y el individuo no puede actuar sin la obsesión de los fetiches. [...] En los períodos en que una nación está en un punto culminante, aparecen automáticamente hombres que no cesan de proponer directrices, esperanzas, reformas. Su insistencia y la pasión con la que los sigue la multitud atestiguan la fuerza vital de esta nación. (E. Cioran, vía; subrayado mío)Dios nos libre de los predicadores: de su facilidad para enviarnos a los plebeyos el engrudo del mito mientras ellos saborean la miel del héroe, el excelso, el único. Prefiero una sociedad liberal desencantada que me deje no creer en nada. Si viviera en Suiza tendría el consuelo de poder escapar de ella hacia un paraíso de sol y playa. Si ya viviera en el paraíso sus gestores se verían en la obligación de no dejarme salir.
Nota: el frg. de Cioran reproducido figura en la edición en papel de El cultural del diario El mundo. En la versión electrónica del suplemento, y con el mismo título, aparece un texto diferente. !!!
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