Para conjurar la locura, el desprecio y el silencio (¿no son maneras de lo mismo, de la pérdida?) que se van tejiendo a nuestro alrededor, aun durante el sueño, no se sabría decir de qué recursos disponemos...
Quizás la experiencia, y la escritura como intento de repetición y como práctica de conservación de la experiencia. (Lo malo: que acabamos recayendo en los mismos fallos.)
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