Realmente no hay un juego (un mero juego, una distracción sin consecuencias) con los términos. Vamos a pensar que existe una combinación sintáctica que demanda su propia semántica (una sintaxis que espera al dios del significado, que espera un mundo propio). La poesía, la metáfora, ¿no consisten en este dinamismo anticipador de sentido?
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