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20 de noviembre de 2010
Social, Red
Se nos juzga, no por nuestros deseos (¿buenas intenciones?), sino por el desempeño, por la efectividad en la ejecución de tareas (sin que lo esperásemos; sin que a esas tareas les hubiésemos concedido especial relevancia, quiero decir). Nuestra propia valoración de la distancia entre las metas y lo que somos capaces de llevar a cabo de nada sirve en esta extraña mecánica social (lo que cuenta ahí no es la conciencia sino la conducta). Como esto es algo que nos ocurre absolutamente a todos, resulta plenamente comprensible que la realidad cotidiana consista en desencuentros. En playas que nunca llegan.
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