18 de noviembre de 2010

Incomprensible

... Estas terribles fluctuaciones anímicas. ¿De qué va la gente? ¿Tendrá que ser la misantropía la postura intelectual más honesta, y el origen de la higiene del pensamiento? Miras a alguien, te disculpas o disculpas a otro por si hubiera existido un malentendido. Y resulta que el que ha malentendido has sido tú. Y lo acepto. Acepto que muy espabilado no soy a la hora de interpretar (bueno, ni en la vida). Ocurrente e intuitivo, quizás. Observador/deductor, no tanto. Pero esta cuestión de la capacidad o la incapacidad a la hora de ver, y después a la hora de hablar, en realidad sé que no importa demasiado y que a mí no me debe importar demasiado. Pero yo estoy queriendo decir otra cosa: que mis palabras, con fortuna o desgraciadas, van a dar contra frentes que son muros fríos. De repente mi torpeza se me ha convertido en lirismo y llanto. ¿Hace falta eso? No. Para nada. Mi libro de cabecera es Paseo de los alegres. Los sencillos y desenvueltos, los que no se destruyen la vida a partir de ideas. Estos seres benditos de carne y compasión a los que yo sé que voy destinado. Y mi torpeza se ha vuelto a convertir, ya no sé si en elegía o en himno de alabanza.

***

Va a golpear mi corazón contra frentes y ojos fríos, secos. Detrás del mar está la muerte.

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