2 de abril de 2007

Examen de conciencia

De los periódicos -de todo, en general- queda un resto, humo, nada. Se obliga uno a reflexionar acerca de la noticia o sobre las reflexiones que han llevado a cabo otros... El momento no es el propicio y se deja para hacerlo después. Luego se releen los textos, conscientes de que las fuerzas -el ánimo- no han vuelto del todo: el cuerpo no vuelve sólida la memoria, para tener disponibles buenos materiales con los que trabajar: ¿qué es una inteligencia sin datos -una razón vacía?

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José Luis García Martín, en Abcd, 31 de marzo de 2007, sobre los Diarios de Ignacio Carrión: recoge -críticamente- la idea de que se valoran -se admiten- los diarios por lo que tienen de semejante con el género novelesco, como si éste hubiera de constituirse en norma de todo el ámbito de la escritura. Más bien, sostiene García Martín, sucede lo contrario y es la escritura no literaria la que sobrevive dentro del mundo textual; y la vida contada la que sobrevive a la vida hecha literatura. Sirve más la verdad que la ficción. Aunque se trata de dos formas diferentes de la misma estructura narrativa.

Kertesz en Babelia: vale más la ficción que la verdad vital, o la cuestión carece de sentido porque toda su vida ha ocurrido imaginativamente o de manera azarosa. El testimonio del escritor húngaro es paradójicamente más pregnante a causa de sus circunstancias personales e históricas (campo de concentración, dictadura comunista). No hay tal, no hay paradoja: se vive en un mundo falso y el resto es verdad.

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Soñé que estaba sentado, bajo el porche de un bar que ofrecía la vista de todos los pueblos del valle, igual que si estuviera delante de un gran plano dibujado, puesto sobre la mesa, en el que se representaran proporcionadamente los diferentes pueblos con sus casas, a uno y otro lado del río A. Le decía a mi compañera, que no acababa de creerme, que estos lugares estaban como a medio camino, que no eran ni campo ni ciudad, aunque todo había de cambiar, porque la provincia podía doblar su población en el futuro.

Al despertar me tuve que avergonzar de este sueño prosaico, pues justamente lo que pienso de todo esto cuando estoy despierto.

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(La muerte de Europa en Sarajevo)

Un hermosísimo y triste capítulo de La venganza de la historia (1993), el libro que Hermann Tertsch dedicó a la caída de los regímenes comunistas y la catástrofe yugoslava, "La obstinación por la supervivencia", me salva de la prosa de mi sueño: la libertad ha muerto cuando la normalidad ha desaparecido, una vez que deja de asistirnos la razón que hace previsiones y cifra su felicidad en la posibilidad de que se cumplan.

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