...en este orden: la primavera más fría que recuerdo; la salida al mar de una república ex-soviética.
(Dejar para después el principio de asociación de las ideas. Tarea de traductores, de intérpretes.)
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Sentado en el bar, observo y soy observado: intereso, fundamentalmente, a los extranjeros, que son mucho más precisos -y menesterosos- a la hora de mirar. La miseria del racismo siempre dejó perderse la oportunidad de las miradas: los ojos que se cruzan tienen que hablarse, y decirlo.
(El valor de uso del lenguaje se recupera con el sujeto que refiere el mundo, polarizando las palabras -yo/realidad. Más allá de su funcionamiento en el intercambio, el lenguaje se presenta con su faz lujosa: logos, poesía.)
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(El fin de Europa en Sarajevo)
¿Cómo pedir a los demás que cumplan nuestras reglas, si nosotros fuimos incapaces -a principios de los 90, durante más de un lustro de plomo y miseria- de creer en ellas? (La creencia añade -deberemos recordarlo- la actitud al conocimiento, la disposición a obrar: para mantener la coherencia de las acciones.)
En esto, como en muchas otras cosas, nos hemos transformado en seres débiles: equivocando la exigencia de libertad con la tolerancia universal.
(La dignidad, como el dios de nuestra propia conciencia, también debe ser reverenciada; si se deja de ser imagen del dios ajeno y hacedor, debe pensarse muy seriamente lo que significa construirse a la imagen de sí mismo: aquí no pueden anidar las contradicciones, o toda la obra se vendrá abajo.)
Empezamos practicando la tolerancia con nosotros mismos, blanda, inadvertidamente: como sujetos políticos, europeos.
Nosotros/otros es una polaridad que no debe tener significación cultural, si no se quieren obtener nacionalismos a gran escala: Europa-nación, el Imperio. Naturalmente, al decir tales cosas hay que sonreír. Luego, torcer la boca con amargura: la idea europea no se viene abajo (las ideas forman edificios, bien o mal cimentados, cartesianos) con la cuenta de los referenda, sino con la cobardía, en tanto vicio mixto, un dejar-hacer total de la pseudo-libertad.
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