A G.
Sea tu fracaso una hermosa flor nocturna, la tuya, la única. Tú, que conociste a una de las mujeres más hermosas que he visto, lo que yo le certifiqué a ella misma, que no supo más que poner una cara de orgullo y modestia, agradecida. Después se fue, ignorando las heridas que dejaba...
(Bien es verdad que otras veces me pasó adorar unos brazos que asomaban por debajo de una blusa negra, casi enfrente de mí, a la vez que se ruborizaba, dejando escapar su belleza al aire: eso hace tanto tiempo que me da verguenza escribirlo.)
Ahora lo tienes más difícil, pues a tu edad es más probable que mueras (aunque la genética, por lo que sé, te predispone a lo contrario). Tu dolor va más por otra parte, el tuyo, el de todos: tener que empezar, igual que si no hubieras ido a ninguna parte...
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