A partir de 1917 su organismo cedió ante una sucesión de pequeños colapsos, cálculos biliares, hepatopatías, ictericia, úlcera de estómago, que lo postraron en cama durante meses, haciéndole temer que nunca se recuperaría del todo. En un intervalo de dos meses llegó a perder hasta veinticinco kilos. (D. Blanco Laserna, Einstein. La teoría de la relatividad, p. 125)
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