Aunque piadosos burgueses como Locke se esforzaron por edulcorar con derechos naturales tal estado /de naturaleza/, y otros como Rousseau llegaron incluso a idealizarlo, es difícil no sentir el escalofrío que produce la lucidez y la verdad desnuda reflejadas en el pesimismo de Hobbes: “Los hombres no encuentran placer, sino, muy al contrario, un gran sufrimiento, al convivir con otros allí donde no hay un poder superior capaz de atemorizarlos a todos” (Leviathán, 13). (eltercerliberalismo)
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13 de diciembre de 2012
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1 comentario:
A mí no me produce el menor escalofrío constatar lo obvio. No se puede decir lo mismo de las estupideces siniestras de Rousseau y la legión de rousseaunianos (si es que se dice así) que llevan más de doscientos años sermoneándonos a todos. Y seguirán durante otros doscientos como poco. Si alguna virtud tienen es que son inasequibles al desaliento y al fracaso.
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