30 de abril de 2012

Tardes

Si la mirada fuera más pura, el mundo sería más bello. Lo que hacen los ojos... De nosotros deberíamos tratar.

Se encuentra una verdad profunda en la concepción decimonónica del artista tras el telón de la obra. En la hipótesis del (auto)biografismo, quiero decir. Ninguna instancia del relato es el autor (se reduce a él), pero todas, empezando por el narrador, constituyen proyecciones suyas. En materia de teología narrativa, algo como el panenteísmo no me parecería una verdad improbable.

En el texto de Ortega (PY, FY, p. 70) viene un privilegio del yo que me recuerda lo que sostiene Witt.

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