También aprendí, no recuerdo bien si anoche o ha sido hoy, da igual, lo que opina Coetzee acerca de la indecencia de la fotografía del pobre Walser muerto en la nieve, y la indecencia de cualquier crítica académica acerca del pobre Walser. Aprendí eso, que se trata de una indecencia.
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6 de abril de 2012
Mathesis del día
En cierto modo, Nietzsche era un filósofo paraguayo. ¿Y si don Enrique Tierno Galván hubiera dado en el clavo de la autoría del Lazarillo con su conjetura del desclasado? Dios, digo Francisco Rico, lo menciona en su estudio de la novela (no me acuerdo ahora de quién se trata, y tengo demasiado lejos el libro, un metro al girar la espalda o puede que incluso menos). No sé, a mí la idea de don Enrique me parece un anacronismo genial, propia de un introductor de Wittgenstein en España.
Heteroclitopías: Lázaro, Nietzsche, Wittgenstein, y nuestra Señora de la Asunción a salvo de los jesuitas. Todo ello ad maiorem gloriam de F. R. y su vicario renegado, Javier Marías.
También aprendí, no recuerdo bien si anoche o ha sido hoy, da igual, lo que opina Coetzee acerca de la indecencia de la fotografía del pobre Walser muerto en la nieve, y la indecencia de cualquier crítica académica acerca del pobre Walser. Aprendí eso, que se trata de una indecencia.
También aprendí, no recuerdo bien si anoche o ha sido hoy, da igual, lo que opina Coetzee acerca de la indecencia de la fotografía del pobre Walser muerto en la nieve, y la indecencia de cualquier crítica académica acerca del pobre Walser. Aprendí eso, que se trata de una indecencia.
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