"¿Deberíamos clasificar en la misma categoría de adversarios de la democracia liberal a los indignados españoles? Frente a la imagen que a menudo se tiene, los indignados no participan en un movimiento estudiantil, al estilo del de Mayo del 68, sino que reúnen una población de edad similar y marginalizada, una mezcla de lumpen intelligentsia y parados de larga duración. Con su propia existencia, los indignados muestran cierta incapacidad de las sociedades postindustriales a la hora de integrar a quienes no comparten los códigos sociales y culturales que exigen las economías complejas. También se observa que el objetivo directo de los indignados españoles es la propia democracia: las instituciones democráticas y los partidos políticos españoles les parecen incapaces de responder a sus exigencias, unas exigencias que no siempre están claras. El “sistema” –expresión de los indignados– debería ser reemplazado por una utopía alternativa, de la que las interminables discusiones en la Puerta del Sol constituyen un bosquejo posdemocrático." (De aquí.)
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