Paseando ayer cerca del mar, vimos, cerca de los invernaderos bajos, un montón de ladrillos apilados, en forma de pirámide. Pensé llevarme uno o fotografiarlo, como quien colecciona o fotografía metáforas (¿será esta edad la de la hipertrofia de la metáfora?; una vez que el sentido recto se ha dispersado por mil sitios diferentes e incontrolables). No lo hice, soy un firme defensor de la propiedad privada, y respetuoso de las leyes vigentes. Seguimos andando y hasta hoy olvidé la tentación. El sueño me ha ayudado, también este sol caliente con el que nos sentimos ricos los pobres. Pero he encontrado una noticia en el diario, en el de ayer. Apenas una nota, un breve, pero un oro de las metáforas (¿no lo es también?; con toda la acumulación de absurdos en tan pocas palabras):
El automóvil de la alcaldesa de Valencia, Rita Barberá, lleva más de 20 años aparcado en el parking del Ayuntamiento. Se trata de un antiguo modelo de la marca Lancia que acumula polvo por su total ausencia de uso y al que en su declaración pública de bienes atribuye un valor de cero euros.
He tomado la noticia de la edición electrónica, que lleva fecha de veinte de abril (¿una canción?), que es más larga que en mi ejemplar de papel y que plenifica el disparate. Ps. Supongo que lo que pide el Sr. Ribó, de Compromís, y que a mí, por lo que dice y razona, me parece un hombre mesurado (vaya que no!), acerca de que la alcaldesa pague todo el tiempo que el vehículo lleva aparcado, desde 1991, se verificará en las horas del atardecer del Día del Juicio Final (conocido ahora como Día de Angela Merkel). Ps. Dic., 2019: En fin... Todo pasa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario