Al hilo de Sch.

Te puedes reír del segundo. Tienes que llorar de la hora (vid. Los dolores del mundo, ed. Público, p. 31).

Además: ¿qué es colaboracionismo?; o acerca de la maldad y estupidez del hombre masa (ibíd., p. 33).

Queda el consuelo de que un hombre tan inteligente como Sch. crea en algo así como el genio de la especie (ahora tenemos la sociobiología, o desde el año de la muerte de Franco, más o menos). Menos críticos, hogaño se nos llena la boca de sociedad (era) de la información (para poder pensarnos sujetos libres de esa república democrática de ciudadanos), o de sociedad del conocimiento (para convencernos de que tenemos algo que ver con la verdad). Y no, con ésta no tenemos nada que ver. Tenemos que ver con la prensa, con la dóxa pública, pero con la verdad no.

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Dos cuestiones más personales: a) desde que los demostrativos no se tienen por qué acentuar me hago un lío (a veces acentúo, a veces soy; un poco como los argentinos disyuntivos de Amanece que no es poco); b) es mejor que vaya uno aceptando que muy listo no es (por cierto: ¿lítote o efemismo?).

Otra cosa: menciona don Luis García Montero (aparece en la prensa de provincias) el peligro de que Internet se transforme en un vertedero excrementicio, y de la necesidad de que la jerarquía que viene de la verdad (qué fácil se nos falangizan los poetas laureados!) ponga orden (por supuesto) y calidad (no faltaba más) en el mundo incontrolable de la telaraña. Como no creo que se me haya vuelto un tonto platónico tal que yo el poeta granadino (las comas no las pongo aquí no sé por qué), he de pensar en una sinergia de autoría y editoriales que renta muy bien a las dos partes (qué gran verdad en la pasta gansa!). Y no es que uno defienda el pirateo, que no lo practica ni en aguas internacionales ni en las electrónicas, sino que uno depone cada día en su pinche weblog y le ansia un poco el afán ordenancista del poeta (¿llevaba Platón razón al respecto?). (Como tengo poca memoria, aparte de escasa inteligencia, seguro que don L. G. M. no decía nada similar a lo que yo recuerdo. Vaya mi humilde arrepentimiento cara al orden).

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Schopenhauer: o del peligro de encantarse con las píldoras de sabiduría. Volvamos a Platón. O a Kant. O contra ellos, pero en lenguaje sistemático. Un filósofo no es un diarista.