La formación del hombre democrático, según un ateniense:
-Pues que el padre -dije- se acostumbra a hacerse igual al hijo y a temer a los hijos, y el hijo a hacerse igual al padre y a no respetar ni temer a sus progenitores a fin de ser enteramente libre; y el meteco se iguala al ciudadano y el ciudadano al meteco y el forastero ni más ni menos.
-Sí, eso ocurre -dijo.
-Eso y otras pequeñeces por el estilo -dije-: allí el maestro teme a sus discípulos y les adula; los alumnos menosprecian a sus maestros y del mismo modo a sus ayos; y, en general, los jóvenes se equiparan a los mayores y rivalizan con ellos de palabra y de obra, y los ancianos, condescendiendo con los jóvenes, se hinchen de buen humor y de jocosidad, imitando a los muchachos, para no parecerles agrios ni despóticos.
-Así es en un todo -dijo. (Platón, República, Libro VIII; en la nunca bien ponderada, por lo que merece, traducción de Pabón y Fdez.-Galiano, disponible en Alianza).
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