26 de noviembre de 2009

En conclusión

La mayor parte del aprendizaje que realizan los seres humanos se refiere a la frustración de sus deseos. Quizás así sea mejor, en cuanto al saber que resulta. Que tampoco es mucho: algunos textos y muy pocas alegrías. Una hermenéutica de pobres.

Véase este texto genial de Schopenhauer:

… una soledad profunda y absoluta, pasada en muda contemplación; un arrepentimiento voluntario y penitencias lentas y espontáneas para mortificar absolutamente la voluntad, hasta morir de hambre, entregarse a los cocodrilos, precipitarse desde lo alto de una roca del Himalaya santificada por esta costumbre, enterrarse vivo, arrojarse bajo las ruedas del carro gigantesco que pasea las imágenes de los dioses, en medio de los cánticos, de los gritos de júbilo y la danza de las bayaderas. Y estas prescripciones, el origen de las cuales se remonta a más de cuatro mil años, viven aún hasta en su rigor más extremado en ese pueblo, por degenerado que esté hoy.

Unas costumbres por tan largo tiempo sostenidas entre tantos millones de hombres, unas prácticas que imponen tan abrumadores sacrificios, no pueden ser arbitraria invención de algún cerebro alucinado; deben tener hondas raíces en la esencia misma de la humanidad.


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