26 de octubre de 2009

Apodíctico

El que tiene talento, ¿por qué habrá de escribir? Si tuviera ese don divino, si el espíritu hubiera soplado en él hasta inflarlo, de manera que el recipiente ya no se distinguiera de su inspiración, no se ve cuál podría ser la ganancia de malgastar el tiempo en contar el tiempo. (Escribir es como desgranar el reloj de arena, para saber finalmente que la cantidad es la que había. Parca ganancia.)

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Entonces: creo yo que el que de veras fuera feliz, y para qué otra cosa le iba a servir el talento sino para arbitrar los medios de conducir rectamente su vida hacia la satisfacción de sus objetivos, de manera que el talento habría de ser como un índice del valor total de la persona, ese afortunado y raro no encontraría el motivo para exponerse a la escritura.

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2 comentarios:

José Antonio García Ramos dijo...

Mataiotes mataioteton, kai ta panta
mataiotes
(primero versos del Eclesiastes y del Kempis)

Martín López dijo...

Así es.