Ser tú el primero en el juego que denuncias, sin dejar de despreciarlo. La verdad queda para los amigos. No hace falta ni que la digas. Estáis en lo sabido.
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Y lo otro, sin nada que ver:
Después del sueño viene la angustia. Cuando ésta debería limitarse a los acontecimientos oníricos. Cesando al despertar.
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Páginas, magníficas, de El ocultamiento de lo humano de M. Nussbaum. (Vid., a propósito, el Canto a mí mismo de W. W.)
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Luz oscurísima.
Aunque yo no llego a comprender en qué sentido el relojero podría ser más previsor. Ni en cuál podríamos exigirle al hijo del carpintero una entrega mayor. Quizás sobraba la que efectuó y (quizás) hubieran sido más razonables las previsiones de perdición, si no la pura indiferencia, del Zeus olímpico y golpista.
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