No que el mal proceda de una intención primera o voluntad previa de bien; ni de un alma en sombra que engendre sus males, o que le vengan, a partir de su búsqueda del placer; ni siquiera nos preocupa la paradoja de que el bien de la inteligencia consista en la inteligencia del bien (República, Libro VI); sino que el mismo bien produzca, como su resultado real, un mal. Eso.
Así son las conversaciones, que quieren provocar un tema que se salga de la charlatanería y sinsustancia acostumbrada (como lo supimos a raíz del Dr. Izak Borg haca ya más de diez años).
Así soy yo, sujeto inexistente, lanzando dichos que a veces me avergüenzan. Porque, ¿para qué sirve todo esto? El lenguaje, quiero escribir; la vida, no sé si atreverme a poner este nombre.
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Hay quien piensa que el burro sólo entiende el palo. ¿De quién lo piensa?
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No me gusta citar fragmentos del libro Pensar de V. Ferreira: porque el aforismo ferreiriano ya es como una cita en sí misma (dicho esto para bien); porque, en segundo lugar, cada cita de él requeriría un comentario nuestro; y el libro entero, un libro nuevo: Re-pensar. Diálogo con los muertos. Para qué vamos a ocuparnos de chácharas vanas!
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